TAMPA - Omaira Sánchez dijo que ha esperado suficiente. A casi dos años del paso del huracán María en Puerto Rico, su pequeña y humilde vivienda ubicada en los alrededores del casco urbano de San Juan sigue cayéndose a pedazos. La vivienda no tiene un techo firme y las paredes agrietadas y con orificios amenazan con desplomarse a cualquier hora del día o de la noche.
Para Sánchez y su familia la sombra de María continúa latente, como si hubiese pasado ayer.
"Todavía mi casa se sigue mojando", dijo Sánchez. "Es un desastre".
Sánchez es una de varias personas en Puerto Rico que se quejan de la lentitud del gobierno y activistas comunitarios que se contactaron con ella y otros damnificados ofreciendo una ayuda que nunca se concretó.
Uno de esos activistas que está en el centro de la polémica es Linda Pérez-Dávila, presidenta y directora de la fundación Boricuas de Corazón, Inc., un grupo establecido en Tampa que surgió a comienzos del 2018 para trabajar inicialmente con los desplazados boricuas de María en Florida y coordinar posteriormente esfuerzos para los damnificados en la isla.
En una entrevista telefónica con CENTRO Tampa desde Puerto Rico, Sánchez explicó que la carencia de ayuda golpea el ánimo y la buena voluntad de las familias que no cuentan con los recursos necesarios para reconstruir sus vidas y casas. Pero agregó que el dolor se acentúa cuando se quedan esperando por una ayuda que termina disipándose con el tiempo. Tal como lo hizo Pérez-Dávila en mayo de este año cuando le aseguró que se encargaría de coordinar esfuerzos para ponerle un techo a su vivienda, según dijo Sánchez.
"Ella no ha hecho nada por nosotros. Ella nos engañó", dijo categóricamente Sánchez. "Lo único que he recibido ha sido un futón (una colchoneta de algodón que sirve como asiento o cama), que uso todas las noches para dormir. Pero fue otra persona la que me lo dio, no fue Linda".
El drama de Sánchez, desempleada y de 50 años, es un común denominador en una isla que sufrió el 20 de septiembre del 2017 el impacto de María, con sus vientos sostenidos y ráfagas de hasta 175 millas por hora. La trayectoria de María arrasó con la geografía de la isla y dejó en condiciones deplorables a sus 78 municipios.
En términos generales alrededor de 470,000 hogares sufrieron daños de consideración y casi 30,000 de estas viviendas quedaron totalmente inhabitales y destruidas, según el Departamento de Vivienda de Puerto Rico y la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés).
María causó también la muerte de al menos 64 personas, aunque algunas cifras indican que fueron muchas más. Un año después del impacto del huracán María un estudio del Instituto Milken de Salud Pública de la Universidad George Washington arrojó un hallazgo de terror: según la investigación 2,975 personas fallecieron de manera directa e indirecta por los estragos del huracán.
La solidaridad internacional hizo eco del drama puertorriqueño y rápidamente entidades de toda clase se pusieron la camiseta de la esperanza y la solidaridad para mitigar el dolor boricua. Tampa no fue la excepción a la regla. Sin embargo esa racha de coordinaciones de uno y otro lado se ha visto afectada a escala local por acusaciones que dividen a un sector de la comunidad puertorriqueña.
Todo por ofrecimientos de ayuda humanitaria que supuestamente habría hecho Pérez-Dávila a nombre de ella y su organización para aliviar el dolor de damnificados como Sánchez y decenas de otras familias que fueron afectadas en Puerto Rico y que, hasta el día de hoy, aseguran no haber recibido lo que se les prometió para reconstruir sus casas.
Pérez-Dávila ha rechazado categóricamente las acusaciones. En una conferencia de prensa que realizó en el patio de su casa hace dos semanas, Pérez-Dávila insistió en que simplemente se comprometió a coordinar con autoridades en la isla para que asistan y solucionen el clamor del pueblo.
En mayo de este año Pérez-Dávila y otras dos personas de su organización viajaron a Puerto Rico. En ese viaje Pérez-Dávila dijo que tomó nota de la situación que pudo observar en persona. Añadió que se reunió con 26 alcaldes de los pueblos donde están las casas de las familias que Boricuas de Corazón decidió apoyar.
"¿Que hicimos nosotros? Les dijimos: vamos a ver cómo te puedo ayudar. No hay un compromiso de Boricuas de Corazón", dijo Pérez-Dávila". "Les dijimos: si tú me permites sacarle una foto a tu casa y mandarla a diferentes sitios, yo voy a ir visitando toda la Florida y diferentes estados. Si estas personas me permiten a mí tener un insumo de dinero, te lo enviamos. Así fue nuestro compromiso con cada uno de ellos. No le dijimos: te vamos a construir".
Además, Pérez-Dávila explicó que posteriormente visitó 40 pueblos, de 78 municipios que tiene la isla. Dijo también que solo decidieron enfocarse en un puñado de familias con necesidades especiales y que se habían contactado con tres empresas y grupos en Puerto Rico que trabajan en la reconstrucción y los esfuerzos de ayuda en la isla, incluyendo la fundación Angel's Wings Foundation Corp, que preside Kia Rosario.
"Una comunidad pequeña, porque hay madres con niños discapacitados, con cáncer, niños con distrofia muscular. Hay una población de esos 40 hogares que decidimos ayudar. Les dijimos que no queríamos hacer un compromiso con un papel con una firma tuya porque nosotros tenemos que pedirle a otros", agregó Pérez-Dávila.
Jasciry Soto, de 37 años, dijo que ella prefiere pensar que simplemente 'está en lista de espera de Pérez-Dávila'. Aseguró que no la ha conocido en persona. Fue a través de las gestiones de su madre, Sally Cartagena, residente en Miami, que supo del grupo de Pérez-Dávila.
"Todavía estoy como en espera porque sé que hay muchos casos por el huracán María no pueden volver a su hogar", dijo Soto. Supo de ella a través de su madre y las redes sociales en Facebook.
"Le escribí por el Messenger pero nunca he hablado con ella personalmente y tampoco por teléfono. Me dijo que otro grupo posiblemente iba a llegar y entonces como que me iba a avisar", dijo Soto.
Aseguró que Pérez-Dávila dijo que tenía acceso a trabajar con el programa R3 y que ella podía llenar la solicitud para ver si calificaba para el programa de gobierno.
"Dijo que ella era una de las encargadas y que me iba a llamar", puntualizó Soto.
El programa de Reparación, Reconstrucción o Reubicación (conocido como R3), puede destinar hasta $60,000 para reparar una vivienda y $150,000 para reconstruir. Los fondos se entregan directamente a una empresa ya adjudicada, y no a la persona. El R3 opera con fondos del Programa de Subvención en Bloque para el Desarrollo Comunitario para la Recuperación ante Desastres de Puerto Rico (CDBG-DR).
Rosario dijo a CENTRO Tampa que Pérez-Dávila hizo ofrecimientos de hacer reparaciones en casas que nunca cumplió.
"Ella vino a Puerto Rico e hicimos tres días de ruta. Pero me di cuenta de varias cosas que no me hacían sentido, por ejemplo, en una casa de Luquillo ofreció poner luz y todavía la señora sigue sin luz. Ofreció arreglar techo y amueblar. También ofreció en otro caso la casa completa. Ahí fue cuando dije: algo no me cuadra", contó Rosario.
Agregó que hizo llamadas a personas que conocían a Pérez-Dávila porque ella solo la había visto dos veces.
"Es una persona que habla mucho. Yo soy más de acción. No es de confiar", comentó Rosario.
En Tampa, otro activista boricua que ha criticado abiertamente a Pérez-Dávila es Luis Adorno, quien fuera presidente de la Cámara de Comercio de Puerto Rico de la Bahía de Tampa.
En un comunicado escrito dijo que Pérez-Dávila hizo cosas indebidas para aprovecharse de la situación.
"Linda Pérez-Dávila ha estado en diferentes eventos recolectando dinero, creó un Gofundme para recolectar dinero en nombre de la organización", puntualizó Adorno. "No tenemos evidencia de adónde va el dinero, pero tenemos la evidencia de que el dinero no fue a estas familias en Puerto Rico".